miércoles, 3 de diciembre de 2014

¡¡¡ Halloween !!!

28 de Octubre del 2014



Antes, hace muchos años, las hadas vivían en un mundo en el que los árboles y todo tipo de animales, eran los protagonistas. Tenían ríos de todos los colores  las montañas crecían hacia arriba y  también hacia abajo. 
No se sabe cuál fue el motivo que desencadenó todo, pero un día su bello mundo comenzó a enfermar y todas y cada una de las hadas tuvieron que huir en busca de otro mundo. 
Llegaron a uno muy parecido al suyo, había árboles, animales, pero no tantos como ellas recordaban. Además, había unos seres que se hacían llamar humanos, algo raros. 
Lo más raro de todo ocurrió cuando se dieron cuenta de que, por mucho que lo intentaran y lo intentaran, no eran capaces de comunicarse con ellos. ¡Los humanos no las veían!. Las pobrecitas, como no las hacían caso, se fueron dónde más cómodas se encontraban : En los pocos bosques que había. 
Un día de otoño, mientras las hadas recolectaban castañas para hacer un rico postre, se toparon un un niño y una niña que realizaban lo mismo que ellas. Al verlas se asustaron y se escondieron tras una piedra. Las hadas estaban confusas, ¿Porqué se habían asustado?.  Pensando y pensando se dieron cuenta de la verdad: ¡Ese niño y esa niña las habían visto! ¡podían verlas! Contentas volaron rápido hasta la piedra y se presentaron. 
Desde ese día las hadas volvieron a sonreír y se encontraron a gusto en este nuevo mundo, porque los niños y las niñas eran capaces de verlas. 
Aunque la Felicidad duró poco, pues cuándo los niños y niñas iban a casa y les contaban a papá y mamá sus aventuras con las hadas, éstos no les crían. Y las hadas poco a poco fueron enfermando hasta que desaparecían.
Los niños y las niñas se pusieron tan tristes que decidieron dar una lección a los mayores, y una noche quedaron en disfrazarse de monstruos feos para asustarles. ¡Llamaban puerta por puerta para dar un buen susto con sus disfraces! Los mayores, para que se fueran, les daban chucherías. 
Al acabar la noche, los niños y niñas se había juntado con muchísimas chucherias, y se las llevaron a las hadas esperando que al menos, como son unas golosas, se pusieran contentas. Las hadas, al ver tantas chuches, sonrieron, y al comer unas poquitas perecía que mejoraban. 
Los niños y niñas, contentos, comenzaron a aplaudir, aplaudieron y aplaudieron como locos y, de repente, todas las hadas ¡ Se recuperaron de golpe!.
Lo que las había curado eran los aplausos de los niños y niñas. Por eso, cada vez que un mayor diga ¡No creo en las hadas! Se debe aplaudir con fuerza, para que no se pongan enfermas. 
Para recordarlo, todos los años, la noche del 31 de Octubre, los niños y niñas se disfracen de monstruos y demás personajes que dan miedo, y llaman puerta por puerta para asustar a los mayores y ellos a cambio les den chuches. Ésa noche se llama:
 HALLOWEEN. 



Pues así comenzamos nuestra tarde en Ecopekes, contándoles una historia que me inventé sobre la marcha, para meterles en ambiente ya que ese día lo dedicaríamos por completo a Halloween. No, no es la historia verdadera, en absoluto, ni tan siquiera se acerca a la realidad lo más mínimo, pero para muchos y muchas era su primer Halloween y no me parecía oportuno hablarles de difuntos y supersticiones. 

Comenzamos preparando nuestro disfraz : ¡Murcielagos!. Y lo primero primero de todo la careta, porque al ir pintada con témpera, tendríamos que esperar a que se secara.
Las caretas se las hice yo previamente, luego ellos y ellas poco a poco, fueron dándole color con ayuda de las esponjas:


 Miriam

Lucía

 Nara

 Aaron

Valeria

Trabajan de forma muy limpia y ordenada para lo pequeños que son. Una vez estuvieron pintadas las máscaras, nos quedaba decorar las alas de nuestro disfraz de murciélago. Las alas las hice con bolsas de la basura negras,es muy sencillo y el resultado no está del todo mal.

Una vez se le hace las ondulaciones, sólo es cortar de forma transversal y usar las cintas de atar la basura para ajustarle las mangas a cada niño y niña. 

Trabajando tranquilitos


El siguiente paso, para prepraranos para halloween, era tener un lugar donde guardar las chuches que fueramos consiguiendo por la noche. Normalmente se usan calabazas, pero con niños y niñas de éstas edades es muy difícil, no sólo vaciarlas, si no realizarle los cortes para hacer la cara.
¿La alternativa? ¡Usar mandarinas! Yo les cortaba la tapa, y cada uno de ellos y ellas vaciaban el contenido con ayuda de una cuchara. 
¿Observáis la foto anterior lo ordenados, limpios y tranquilos que trabajaban? Pues con la llegada de las mandarinas y su vaciado todo cambió: ¿Que no puedo con la cuchara? ¡Pues con las manos! 
Menuda bronca me cayó por tirar los restos a la basura ... ¡La comida no se tira, señorita! Qué razón tienen. 
Una vez vaciada la mandarina, la rellenamos con papel de periódico para dar consistencia, y con ayuda de un punzón fuimos haciéndole la cara. No estaba muy segura de que fueran capaces, pero me sorprendieron, como siempre, gratamente. Al acabarla la rellenamos de chuches y... 


¡Ya estaba lista! 


Con la mandarina lista para guardar chuches, nuestras máscaras secas y las alas preparadas para volar, sólo quedaba vestirnos:

¡Feliz Halloween!

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